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Héctor Gonzalo

Con ocasión del devastador incendio de neumáticos ocurrido en Seseña, terrenos limítrofes entre Madrid y Toledo, se produjo una situación de emergencia en la zona. El peligro no estaba en su propagación a otras instalaciones o vegetación, sino en la dificultad para su extinción y la liberación de numerosas partículas tóxicas al medio ambiente.

La incendio se pudo acotar de forma relativamente sencilla, si bien la utilización de agua debía hacerse con especial cuidado con el fin de no encharcar demasiado y que todos los productos tóxicos se diluyeran y alcanzaran capas inferiores del terreno, con la consiguiente contaminación.

¿Provocado? Pues seguramente. El hecho de producirse a primeras horas de la madrugada, la zona muy mojada por las lluvias continuas desde hace 10 días, la ausencia de tormentas eléctricas o cableado con tensión y tratarse de un vertedero ilegal cuyo dueño acumula sanciones millonarias y el coste del reciclaje de miles y miles de neumáticos, hace más que sospechosa su ocurrencia.

Una vez que se de por extinguido el incendio, que durará unos días, los especialistas podrán recoger muestras en la zona para su posterior análisis y sabremos lo que de verdad ocurrió.