Ya en mis manos los primeros ejemplares del libro, miro atrás y la recompensa mereció la pena.
No pondré aquí eso de las tres cosas que debe hacer un hombre en esta vida, pero metidos de lleno en las prisas y en el trabajo diario, sí me ha producido la satisfacción de degustar y deleitarme con la lectura de mi propio libro.
Gracia a Biel, mi editor, que me ha ido guiando en este complicado mundillo y dándome ánimos para llegar a tiempo en la publicación.